Y ahí estoy yo de lo más divina, disfrutando aquella noche, todo iba
perfecto, Marilyn Manson sonando de fondo, roncito en las rocas, la luz tenue,
los besos; poco a poco todo se tornó más intenso, las hormonas se alborotaron,
se me erizaba la piel cada vez que me rozaba, se me aceleró la respiración y el
jadeo se hizo parte del momento, manos escurridizas que exploraban mi cuerpo,
una boca inquieta que ansiaba todo de mí, entregada por completo, cuando sin
previo aviso pelé los ojos, y eché un gritico más duro de lo normal, cuando me
fijo a qué se debe mi dolor, pues el muy desgraciado instalado mordiendome el
pezón, pero no esos mordisqueos que te hacen delirar, esto se volvía muy atroz
y bárbaro, le faltó nada más balancearce para desprendermelo.
¡ALÉJATE DE MI PEZÓN M@LDITO! Esbocé con una lágrima a punto de salir.
Maté la pasión, escoñeté el momento, pero el trituró mi pezón. En una noche de
lujuria, donde pareciera no haber límites, resulta que sí los hay. Yo puedo
entender que a la hora del té uno se ciega por la pasión, el deseo, un poco de
salvajismo nunca está mal... ¡Oye, pero del salvajismo al canibalismo hay mucho
trecho!
Hombres, no se excedan con los juegos en la cama, no todas somos
sadomasoquistas. ¡Mujeres, HUYAN! ¡Hay un destroza pezones suelto por ahí!
mamutzuela@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario