Hace tiempo vi a una chica coqueteando con un chico. La escena era muy
graciosa, ponía el pelo detrás de las orejas, luego sus dedos en las trabillas
del pantalón, se paraba de lado, bajaba la miraba y sonreía. Se veía linda y
estúpida. Mientras la veía pensaba que nunca he hecho eso con un chico, al
menos conscientemente. Jamás he sido buena en todo lo que tiene que ver con
chicos. Coqueteo y todo aquello. Me gusta más mirar a los hombres que
acercármeles, aunque eso suene estúpido. Con el tiempo y con la edad he
aprendido a apreciar al sexo opuesto, además, con la cantidad de novelas a las
que estoy expuesta gracias a mi operador de cable, me he dado cuenta de que a
pesar de los malos ratos que nos hagan pasar a veces (o en la mayoría de los
casos), las mujeres siempre somos débiles ante ellos. Personalmente me gustan
sus manos, cada vez que conozco a alguien siempre las veo, me parecen tan
lindas y protectoras, especialmente cuando toman la nuestra y caminan al lado,
por un momento todo parece especial y perfecto. Me ENCANTAN sus brazos, no
musculosos tipo Rambo o flaquitos como Shaggy de Scooby Doo, sólo unos brazos
fuertes y a la vez suaves, que te rodeen en un abrazo y te hagan sentir en un
lugar seguro y confiable. La voz de un hombre puede tener mucho efecto en mí.
Todavía recuerdo la voz de mi profesor de inglés de bachillerato, no era
potente o muy grave pero me encantaba escucharlo hablar inglés, tal vez gracias
a él tengo un aceptable dominio de ese idioma. Sé que hay mujeres que han
sufrido mucho a causa de los hombres, lo he visto en familiares y en amigas y
sé cuan dolorosas y dañinas pueden ser sus malas palabras y acciones, pero
también sé que no son todos. Pero yo soy un manojo de nervios, timidez e
inseguridad y prefiero seguir mirándolos, quien sabe si uno de estos días
alguno de ellos me devuelva la mirada y yo me encuentre siendo linda y
estúpida.
mayecita28@hotmail.com
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